Los niños por debajo de los cinco años, aunque no entienden el concepto de muerte (irreversible, definitiva, permanente y universal), también sufren un impacto emocional ante la pérdida de un ser querido. Entre los cinco y ocho años, los niños comienzan a tener un concepto de la muerte más realista pero bastante primario, y no es hasta los diez años cuando adoptan un concepto más ajustado al de los adultos, aunque todavía no creen que ellos o gente conocida puedan fallecer.
De forma general, los sentimientos más frecuentes de los niños ante situaciones
de pérdida de un ser querido son:
- Tristeza o cambios de humor
- Soledad
- Sensación de vulnerabilidad
- Inseguridad
- Síntomas físicos: falta de energía, dolor de estómago, pérdida de peso y opresión en el pecho
- Regresar a comportamientos de edades anteriores: chuparse el dedo, hacerse pis en la cama
- Ansiedad
- Sentimientos de culpabilidad
- Irritabilidad
- Problemas escolares
- Sentimientos de haber sido traicionado
- Problemas en la concentración
- Miedo a que suceda algo malo
- Aislamiento social.
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